23 de agosto de 2011

280411


Respirar el aire gris de la melancolía, vivir el encierro del alma. Saberse propietario de algo que no te pertenece, estar recluido en una marea sin salida, en un remolino de emociones y sentimientos contradictorios. Dejarse llevar por aquel pensamiento extraño de reclusión. Esa extraña sensación de extrañeza. Esa sensación de sentirse ajeno. Percibir ese misterioso aire de añoranza, de murria y de hastío. ¿Cómo no saberse ajeno a esto? ¿Cómo no saberse propietario de un sinfín de catastróficas conmociones? ¿Cómo hallarse en medio de esta exuberancia de complacencia innata? Agotada y exhausta de jugar este rol tardío de imperfección entregada, este ajeno papel de simetría distónica. Consumida en este juego de disonancias malévolas, de este soplo de anhelo, de esta evocación de pensamientos envueltos en mí. Confusión, desorden, desconcierto, caos, alboroto. Perplejidad, desasosiego, consternación, aturdimiento. Aturdida. Abrumada. Cansada.

No hay comentarios: